El suicidio es hoy una de las principales causas de muerte entre adolescentes y jóvenes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año, más de 720.000 personas fallecen por suicidio. Además, es la tercera causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años y aunque sus raíces son múltiples y complejas, la familia juega un papel central en la prevención del mismo.
El entorno familiar constituye el primer lugar donde un adolescente debería sentirse seguro, acompañado y comprendido. Esa cercanía es la base para detectar a tiempo las señales de alerta y buscar el apoyo de un especialista.
Acompañamiento a jóvenes con ideación suicida
Las cifras de suicidio en menores de 15 años se triplicaron entre 2019 y 2021. El suicidio es, al mismo tiempo, la segunda causa de muerte de los jóvenes entre 15 y 29 años, solo precedida por el cáncer. Con respecto a la ideación suicida, uno de cada tres niños, niñas y adolescentes en esta situación no cuenta a sus padres ni a sus profesores lo que está pasando. ¿Cuáles son los motivos principales?, el miedo y no querer preocuparles.
Algunas claves para acompañar desde el hogar son:
- Ser todo ojos y oídos. Lo esencial no es tener respuestas, sino mostrarse disponible, atento y dispuesto a escuchar lo que quieran compartir, sin forzar la situación.
- No juzgar y ni utilizar frases como “estás exagerando” o “no tienes de qué quejarte”. Esto cierra el diálogo. Lo más importante es transmitir comprensión y respeto.
- Validar sus emociones. Aunque lo que cuenten pueda parecerte poco relevante o exagerado, para un adolescente ese problema es el centro de su mundo. Minimizarlo solo aumenta la sensación de incomprensión.
- Ofrecer diferentes opciones de apoyo. Quizás no desean hablar con la familia, pero se les puede animar a hacerlo con otra persona de confianza (un amigo, un profesor, un profesional). Lo importante es que no se aíslen.
- Practicar la paciencia, ya que muchos adolescentes necesitan tiempo para abrirse.
- Predicar con el ejemplo. Si nunca compartimos nuestras propias preocupaciones, difícilmente lo harán ellos. Hablarles de nuestras experiencias y cómo nos ayudó el expresarlas puede animarlos a abrirse.
- Acompañar en el mundo digital. Hoy las redes sociales y los videojuegos son parte de la vida cotidiana de los jóvenes. Sin un acompañamiento cercano, pueden exponerse a riesgos que afectan su salud emocional, como el ciberacoso o el consumo de pornografía a edades tempranas.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo interactúan entre sí, produciendo un resultado diferente en cada persona. Reconocerlos permite estar más atentos y ofrecer apoyo oportuno. Algunos de los principales factores de riesgo son:
- Depresión, ansiedad u otros trastornos de salud mental. El Dr. David Roncero Villarreal señala en The Conversation que “los problemas de salud mental parecen ser el factor de riesgo más asociado con la conducta suicida en adolescentes. Principalmente la depresión, aunque también otros como la ansiedad o los trastornos alimentarios. Cuando confluyen varios trastornos mentales, o cuando se combinan con abuso de alcohol o drogas, el riesgo se dispara”.
- Conflictos familiares frecuentes o intensos.
- Haber sido víctima de violencia sexual o experiencias de maltrato en la infancia. En un destacado metanálisis que incluyó 37 estudios, encontraron que aquellos que habían vivido cuatro o más eventos adversos en la infancia (incluyendo maltrato infantil y abuso sexual) tenían hasta siete veces más riesgo de desarrollar problemas sociales, mentales y físicos (incluyendo suicidio), comparados con aquellos que no habían experimentado ningún evento adverso en su infancia.
- Bullying o ciberacoso. Asimismo, estudios explican que las víctimas de esta forma de violencia tienden a reportar mayor soledad, mayor absentismo escolar, mayor ideación suicida, baja autoestima y niveles de depresión más elevados que sus pares no víctimas.
- Cambios de residencia o de entorno escolar que generan sensación de desarraigo.
- Fracaso escolar o presión excesiva por el rendimiento académico.
- Pérdida de amistades o de seres queridos.
- Pobreza y desigualdades sociales. La falta de recursos no solo aumenta la brecha de desigualdad en lo que a recursos materiales se refiere, también impacta directamente en la salud mental de las personas que la experimentan.
Señales a las que prestar atención
Es importante recordar que no todas las señales significan que el niño, niña o adolescente tenga pensamientos suicidas, pero sí son un llamado de atención a que algo no está bien. Es importante observar con sensibilidad, sin caer en el exceso de alarma, pero tampoco en la indiferencia.
Algunas de las más frecuentes son las siguientes:
- Cambios emocionales persistentes: tristeza prolongada, irritabilidad constante, apatía o un sentimiento de vacío.
- Aislamiento social en el que se evita a la familia, pierde el interés en sus amistades o deja de participar en actividades que antes disfrutaba.
- Lenguaje preocupante como “soy una carga”, “la vida no tiene sentido” o “quisiera desaparecer”. También pueden expresarlo de forma indirecta a través de canciones, escritos o publicaciones en redes sociales.
- Descuido en la higiene, el aspecto o la salud.
- Cambios en los hábitos de sueño y alimentación, como dormir demasiado o muy poco, comer en exceso o perder el apetito.
- Disminución en el rendimiento escolar, falta de concentración, bajas calificaciones, ausencias injustificadas.
- Conductas autodestructivas o de riesgo: consumo de alcohol y drogas, autolesiones, conducción temeraria u otras acciones impulsivas.
Recursos para las familias
Afrontar una situación de riesgo suicida en la adolescencia puede resultar abrumador para cualquier familia. Es importante recordar que no están solos y que existen recursos especializados que brindan orientación y apoyo.:Profesionales de la salud mental: psicólogos, psiquiatras y orientadores pueden evaluar la situación y ofrecer estrategias adecuadas de intervención.
- Centros educativos y sus profesionales de orientación que pueden colaborar en la detección y acompañamiento.
- Líneas de ayuda gratuita y confidencial disponibles las 24 horas para casos de crisis emocionales o riesgo suicida. En concreto, desde el 2022, el Ministerio de Sanidad promueve la Línea 024 de atención a la conducta suicida. Se trata de una línea telefónica de ayuda a las personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida, y a sus familiares y allegados, básicamente a través de la contención emocional por medio de la escucha activa por los profesionales del 024, la recomendación de que contacten con los servicios sanitarios o la derivación al 112 en los casos en los que se aprecie una situación de emergencia. En caso de emergencia vital inminente puede llamar directamente al teléfono de emergencias 112.
- Asociaciones y ONGs. En Aldeas Infantiles SOS creemos que cuidar la salud mental de los niños, niñas y adolescentes con quienes trabajamos es tan importante como cubrir sus necesidades básicas. Por eso, ponemos el foco en la prevención, en la detección temprana de factores de riesgo que puedan derivar en problemas de salud mental o en ideación suicida, y en la intervención oportuna cuando es necesaria. Nuestro acompañamiento incluye atención psicológica individual y terapia familiar, pero también generamos espacios seguros donde pueden ser escuchados sin juicios.
- Con respecto a la familia es un importante crear un ambiente protector y promotor de la salud mental. Contar con un ambiente emocional afectivo y estable y saberse querido y tenido en cuenta por las personas que tenemos a nuestro alrededor es determinante.