Palabras que construyen paz: educar a los niños en la comunicación no violenta

Palabras que construyen paz: educar a los niños en la comunicación no violenta

Este tipo de comunicación busca relacionarse desde el respeto, la empatía, la asertividad y la escucha activa.

La paz no solo es un objetivo global, también está presente en los gestos cotidianos, en cómo resolvemos desacuerdos y en las palabras que utilizamos para expresarnos. Lo que los niños y niñas escuchan diariamente en su hogar o en el colegio también moldea su manera de comprender el mundo, de relacionarse con los demás y de construir su propia autoestima. Educar en la comunicación no violenta (CNV) es, por tanto, una poderosa herramienta para criar generaciones más empáticas y capaces de resolver conflictos sin recurrir a la agresión.

Qué es la comunicación no violenta

El concepto de comunicación no violenta fue desarrollado por el psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg (1934 – 2025). Se trata de un enfoque que busca conectar con los demás desde el respeto, la empatía, la asertividad y la escucha activa. No debe confundirse con evitar los conflictos, si no con la intención de expresarlos sin herir al otro y de buscar soluciones que respondan a las necesidades de todos.

Para Rosenberg “la violencia es la expresión trágica de necesidades no satisfechas. Es la manifestación de la impotencia y/o la desesperación de alguien que se encuentra tan desprotegido que piensa que sus palabras no bastan para hacerse entender. Entonces ataca, grita, agrede”.

Así, la CNV cumple un papel fundamental porque:

  • Refuerza la autoestima de los niños y niñas. Cuando escuchan mensajes que validan lo que sienten, aprenden que sus emociones son legítimas y valiosas.
  • Modela la manera de relacionarse. Los niños repiten lo que observan y escuchan; si se les habla con respeto, lo replicarán en sus interacciones.
  • Fomenta la resolución pacífica de conflictos. Enseña que existen alternativas al grito o a la imposición, mostrando caminos de diálogo.

La CNV en el día a día

En el transcurso de la vorágine diaria, sin darnos cuenta, utilizamos frases que pueden invalidar y etiquetar a los niños y niñas. Aplicando pequeños cambios en el lenguaje podemos mejorar la forma en la que estos perciben el sentido de determinadas situaciones:

  1. Ante una situación de frustración, sustituye el “deja de llorar, no es para tanto” por “veo que estás triste, entiendo que es difícil. Estoy aquí si quieres que hablemos”. Decir que no es para tanto, resulta invalidante, minimiza lo que sienten. Al recibir este tipo de mensajes, pueden llegar a creer que expresar tristeza, miedo o enfado está mal, y que es mejor reprimir lo que sienten.
  2. Si presenta dificultades en el momento de hacer los deberes, es mejor abordarlo desde el “veo que hoy te cuesta concentrarte, ¿quieres que lo intentemos juntos un rato y luego descansas?”.
  3. Cuando comenten un error en lugar de utilizar frases como “qué torpe eres” o “siempre haces lo mismo”, mejor usar “todos nos equivocamos, ¿quieres intentarlo de nuevo?”.
  4. En un conflicto con otros niños debemos huir del “siempre estás metido en peleas” y utiliza el “entiendo que estés enfadado y es normal sentirse así a veces. No podemos resolverlo pegando, ¿quieres que pensemos juntos otra manera de solucionarlo?”.
  5. Si no cumple algunas de las normas de casa, en lugar de decir “eres un desobediente”, es mejor expresarnos con un “hoy no seguiste lo que acordamos. ¿Qué podemos hacer la próxima vez para que funcione mejor?”.

3 claves para poner en marcha la CNV

Adoptar un estilo de CNV no significa no establecer normas, sino límites desde el respeto. Recuerda algunas estrategias que puedes aplicar siempre en las distintas situaciones mencionadas con anterioridad:

  1. Validar emociones. Reconocer lo que sienten les ayuda a gestionarlo: “entiendo que estés enfadado porque no quieres apagar el móvil, pero pronto llegará la hora de dormir”.
  2. Expresar necesidades claras. Evitar órdenes ambiguas o gritos; en lugar de gritar “¡pórtate bien!”, es mejor decir “necesito que hables más bajo porque tu hermana está dormida”.
  3. Usar el refuerzo positivo. Valorar los esfuerzos, no solo los resultados: “has trabajado mucho en este dibujo, se nota que le has dedicado tiempo”.

El lenguaje no solo comunica ideas, también moldea identidades. Los niños y niñas aprenden quiénes son y cómo relacionarse con el mundo a través de las palabras que escuchan diariamente, especialmente de las figuras de referencia: familiares, cuidadores o maestros.

En la infancia, el cerebro es especialmente sensible a los mensajes verbales. Por eso, cada palabra que utilizamos tiene un doble efecto: corrige o guía una conducta en el momento y, al mismo tiempo, influirá en su futuro.  Un niño que crece escuchando “confío en ti”, “cuenta conmigo” o “puedes intentarlo de nuevo” tendrá más herramientas emocionales para afrontar problemas y para tratar a los demás con el mismo respeto.

Queremos que todos los niños crezcan en familia.

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