Cada 17 de octubre se conmemora el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Y para millones de niños y niñas, este es un ciclo que se hereda de generación en generación, atrapando a familias en un sistema que perpetúa la desigualdad y limita las oportunidades. Es un ciclo difícil de romper, no solo por la falta de recursos inmediatos, sino por las barreras estructurales que lo alimentan y prolongan.
Si tenemos en cuenta los últimos datos de la Encuesta de Condiciones de Vida de Plataforma de la Infancia, en 2023, el 33,9 % de los niños, niñas y adolescentes en España, (2,7 millones) estaban en riesgo de pobreza y/o exclusión social. Cerca de 116.000 más se han visto afectados con respecto al año anterior. Además, según los datos provisionales, España ocupa actualmente el segundo lugar en cuanto a la tasa de riesgo de pobreza y exclusión infantil de la Unión Europea.
Pobreza infantil: más allá de la carencia económica
Cuando hablamos de pobreza infantil, no solo nos referimos a la falta de ingresos en el hogar. Esta tiene múltiples dimensiones que van desde el acceso limitado a servicios básicos, como salud y educación, hasta la falta de un entorno seguro y estable. En muchos casos, también implica la falta de oportunidades para un desarrollo emocional y social adecuado. Con lo cual, es la combinación de estas carencias la que convierte a la pobreza infantil en una condición crónica.
Si nos centramos en la carencia material severa, en 2023 esta ha alcanzado su máximo histórico: un 10,8%. Un porcentaje referente a hogares que carecen al menos de cuatro conceptos de los nueve siguientes:
- No puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año.
- No puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días.
- No puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada.
- No tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos (de 650 euros).
- Ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal (hipoteca o alquiler, recibos de gas, comunidad…) o en compras a plazos en los últimos 12 meses.
- No puede permitirse disponer de un automóvil.
- No puede permitirse disponer de teléfono.
- No puede permitirse disponer de un televisor.
- No puede permitirse disponer de una lavadora.
El círculo vicioso de la pobreza intergeneracional
La pobreza infantil es, en muchos sentidos, una profecía que se cumple a sí misma. Como resultado, los niños que crecen en estos entornos tienen más probabilidades de abandonar la escuela a edad temprana, tener problemas de salud crónicos y desarrollar habilidades limitadas que les dificultan acceder a trabajos bien remunerados en el futuro. Así, la pobreza se perpetúa de una generación a la siguiente, atrapando a las familias en un ciclo del que es casi imposible escapar sin intervención externa.De hecho, los hogares expuestos a una situación continuada de falta de recursos y dificultades socioeconómicas viven situaciones estresantes que hace a los niños y niñas especialmente vulnerables a trastornos de salud mental como ansiedad, depresión o problemas de conducta, entre otros.
Educación para romper el ciclo
La educación es una de las claves más poderosas para romper el ciclo de la pobreza. Los niños que reciben una educación de calidad tienen más posibilidades de acceder a empleos dignos en el futuro. Sin embargo, para que sea realmente efectiva, debe ser accesible, inclusiva y adaptada a las necesidades de aquellos que viven en contextos más vulnerables.
De este modo, Plataforma de la Infancia establece diferentes propuestas para mejorar la situación de pobreza en la infancia entre las que se encuentran: garantizar el acceso al comedor escolar a todos los niños y las niñas en situación de pobreza; aumentar el gasto público en becas al estudio desde el 0,21 % del PIB actual al 0,44 % del PIB en 2025; y crear políticas específicas para los y las adolescentes de entre 13 y 17 años con planes para prevenir el abandono y el fracaso escolar, como becas y ayudas en los programas de segunda oportunidad.
En Aldeas Infantiles SOS somos conscientes de que romper el ciclo de la pobreza es uno de los mayores desafíos sociales de nuestro tiempo, especialmente si tenemos en cuenta la tendencia ascendente de los últimos años. Pero no es una tarea imposible. Para lograrlo, trabajamos diariamente con niños, niñas y familias en situación de vulnerabilidad. Siempre que lo necesiten en nuestros Centros de Día les proporcionamos ayuda para afrontar sus gastos energéticos y de alimentación. Y también facilitándoles material escolar o artículos de higiene.
Porque creemos firmemente en la capacidad de cada niño para construir un futuro mejor, y nuestro compromiso es luchar para que cada uno de ellos tenga las oportunidades y el apoyo que necesitan. Porque la pobreza no es solo una cuestión de falta de recursos, sino de falta de oportunidades, y estamos comprometidos a cambiarlo.